Entre la guerra y la paz, Iván Márquez vuelve al ruedo de la negociación
«Será su última batalla tras casi ser consumido por una guerra que buscó resucitar. .
Fredy Chaverra Colorado
Politólogo, Mag. Ciencia Política. Asesor e investigador. Integra la plataforma nacional Defendamos la Paz (DLP).
fredy.chavera@udea.edu.co
A sus 69 años Iván Márquez vuelve a otra mesa de diálogos, es un espacio que conoce muy bien y en el cual tiene experticia, pero el Márquez que se sentará el próximo 24 de junio en un cara a cara con el Gobierno nacional no es el mismo comandante que aquél 9 de octubre de 2012 retó al establishment político y económico. Ese día se instaló la Mesa de diálogos con el gobierno Santos en Oslo (Noruega) y Márquez fue el vocero de las Farc-EP. Su discurso fue duro, ideológico y retador con las élites. Dio a entender que la negociación no sería para nada fácil.
El entonces “número dos” de la guerrilla tenía a sus espaldas al ejército insurgente más poderoso que se haya conocido en el hemisferio occidental. Un actor armado que para ese momento había moldeado la realidad política y social de la Colombia del último medio siglo. Su discurso -cargado de epítetos, reproches y arrogancia- evidenciaba la certeza de una insurgencia que tenía claro que no llegó a una Mesa de diálogos derrotada.
Pero nada de eso se podrá repetir en la instalación de la Mesa entre el Gobierno y la Segunda Marquetalia. Porque Márquez llegará a ese cara a cara física y emocionalmente disminuido, con la certeza de que su intento por “resucitar a las Farc” fracasó, que, ante muchos de sus antiguos camaradas, solo es un traidor que claudicó a la revolución, pero que, al verse asediado por la perfidia de Santos y Néstor Humberto Martínez, se rearmó pensado ingenuamente que volvería a encontrar lealtades entre aquellos que nunca le caminaron al proceso de paz.
Además, no tendrá a su lado a Jesús Santrich, su mayor aliado en la búsqueda de la paz y en la búsqueda de la guerra; tal vez, cargará en su memoria emocional con el recuerdo de su ausencia; o con aquella fotografía que lo exhibió al mundo como un “trofeo de guerra”.
Para algunos analistas, la única salida que le queda a la Segunda Marquetalia es avanzar en un proceso de paz rápido y efectivo, solo así sus combatientes podrán salvaguardar sus vidas ante el asedio de una confrontación a “sangre y fuego” con las disidencias. Así hayan logrado un reconocimiento político por parte del gobierno y según la Fundación Paz y Reconciliación -PARES- registren presencia en 65 municipios del país (véase mapa 1.) con cerca de 1.800 combatientes, no son ni la sombra de lo que algún día fueron las Farc-EP. Habrá que ver cual será el tono que empleará Márquez en una instalación donde si llega derrotado.
Mapa 1. Presencia de la Segunda Marquetalia
Personalmente, considero que este proceso tendrá un camino turbulento, no tanto por la voluntad de las partes, sino porque negociar con desertores implica de entrada asumir una altísima incertidumbre jurídica que de no solventarse con prontitud, convertirá la Mesa -y lo digo con cierta desazón- en un mero simulacro.
El gobierno tiene la responsabilidad de avanzar en doble vía; desde un carril que garantice el cumplimiento de los acuerdos parciales a los que se vaya llegando en el desarrollo de la agenda; y desde otro que dote de seguridad jurídica los incentivos a la reincorporación social, política y económica para quienes, de llegar a buen puerto el proceso, acuerden un fin del conflicto.
También se deberá precisar como desde esta Mesa se abordará lo acordado en La Habana en 2016, ya sea, para mejorarlo o para potenciar su precaria implementación, porque no tiene cabida una renegociación, sería una burla para una contraparte que sí se mantuvo firme en medio de los embates del establishment y que no siguió a Márquez en su aventura de refundación guerrillera.
De ahí que los puntos de la incipiente agenda -desescalamiento del conflicto y alistamiento de los territorios de paz; construcción de territorios paz; víctimas como sujeto social transformador; condiciones para la convivencia pacífica; y por último, implementación y verificación- puedan dialogar con la Reforma Rural Integral, con la nueva política de sustitución de cultivos ilícitos -porque la creada en el acuerdo de paz es un fracaso-, y muy seguramente, con un nuevo diseño de justicia transicional que se distancie de los puntos críticos de la Jurisdicción Especial para la Paz.
Con el inicio de este primer ciclo el próximo 25 de junio volveremos a ver a Iván Márquez en otro intento por encontrar la paz.
Será su última batalla tras casi ser consumido por una guerra que buscó resucitar.