“El Estado no debería renunciar al uso de la fuerza, porque en una guerra, la paz y la seguridad, son dos caras de la misma moneda”: Jorge Mantilla, investigador de conflicto armado

Ago 2, 2023 | Artículos Periodísticos

El próximo 3 de agosto inicia la implementación plena del cese de operaciones ofensivas entre el ELN y el Gobierno colombiano. A continuación, Jorge Mantilla realiza una reflexión al respecto.

Foto: Jorge Mantilla (@jmantillaba).

Sara Isabel Ceballos Monsalve 

Practicante de Periodismo

Equipo de Comunicaciones de Isegoría

,El cese al fuego entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional comienza este 3 agosto. El anuncio, realizado el pasado 9 de junio, trajo diversas reacciones desde los sectores políticos y la población civil. Para hacer una revisión de este tema, Isegoría entrevistó a Jorge Mantilla, politólogo e investigador en temas de conflicto armado.

¿Como explicaría el cese al fuego entre el ELN y el Gobierno Nacional?

Hay que entenderlo en el marco de lo que ha sido el primer año de gobierno del presidente Petro, con una política de Paz Total que, si bien fue un pilar fundamental de su campaña y de su gobierno, no ha evolucionado en la manera en la que se esperaba. Es decir, algunos de sus principales apuestas han venido sufriendo traspiés y el cese al fuego con el ELN es el único resultado concreto.

¿Qué análisis hace de este cese al fuego bilateral mientras el ELN se mantiene en conflicto con otros grupos armados en los territorios?

La Paz Total ha apostado por todo al mismo tiempo en todas partes, como la película. Pero esta idea de negociar simultáneamente con todo el mundo ha demostrado ser muy complicada porque la violencia en Colombia es entre grupos armados, y no entre grupos armados y Estado. Es decir, hoy en Colombia no hay un grupo armado que pretenda combatir al Estado como en su momento hicieron las Farc, lo que nos pone en un contexto de guerras mucho más locales. Además, estas guerras son protagonizadas por liderazgos mucho más inestables y jóvenes, y eso hace que la Paz Total tenga mucha dificultad para conectar las diferentes conversaciones.

Entonces, es una consecuencia lógica la idea de frenar la violencia por una razón humanitaria, pero al cesar operaciones militares contra grupos pequeños, el Estado pierde la iniciativa militar, lo que deja a muchas comunidades a merced de estos grupos que son los que en últimas gobiernan y controlan el territorio. Esa es la gran paradoja de la Paz Total, es una buena idea que puede salir muy mal. Y si sale mal el costo va a ser enorme para el país en términos de recrudecimiento de la violencia.

¿Entonces por qué se pactó un cese al fuego en un proceso que apenas está iniciando?

Recordemos que este es un gobierno de un sector ideológico y político que ha esperado 30 años para gobernar Colombia, entonces hay un afán de mostrar que nada se había hecho antes, y que ellos son los primeros que sí van a hacer algo. Paradójicamente eso ha llevado a que durante el primer año este Gobierno descuide la implementación de los acuerdos de paz con las Farc, una paz que ya está acordada, y que hubiera sido un primer movimiento lógico de la Paz Total.

En segundo lugar, creo que se hace de esta manera porque sí hay una urgencia manifiesta y un clamor de las comunidades de que la violencia pare ya. El país que recibe Gustavo Petro el 7 de agosto del 2022 es un país con una crisis humanitaria y con los niveles de violencia más altos de la última década.

¿Cómo cree que incida el cese al fuego en la participación de la sociedad y qué lectura en general hará la sociedad de ese proceso?

Es que la participación de la sociedad en el proceso con el ELN es la participación de los sectores más afines al ELN. Y ellos de alguna manera van a querer un escenario que se asemeje mucho a la vieja idea de la Convención Nacional, esa idea de que la sociedad civil se reuniera alrededor de un mandato en el cual el país cambiase y ellos dejaran las armas. Eso hoy es imposible sobre todo porque el ELN tiene un escasísimo nivel de aceptación y legitimidad, así que al final lo que pareciera que va a pasar es que va a haber un ejercicio de participación de ciertos sectores sociales, bastante afines al ELN y el ELN se va a considerar como una suerte de veedor armado de lo que esos movimientos o sectores sociales concluyan. En términos prácticos, eso significa que el gobierno de Gustavo Petro no va a poder desmovilizar al ELN y el ejercicio de la participación va a ser un ejercicio de legitimación de las agendas del ELN y del Gobierno, pero del que no va a salir nada que no conozcamos ya.

¿Qué opinión tiene de la veeduría social que se realizará?

La veeduría social es muy importante ya que hay territorios donde es difícil que el Estado acceda, pero también le da un papel a las comunidades que lo han pedido. Aun así, es un escenario completamente enrarecido por la complejidad del conflicto y la fragmentación de los grupos, un ejemplo de ello fue el carro bomba en Tame, del que no se sabe quién fue ni hay nadie que responda o esclarezca lo sucedido. Es un escenario de saludos a la bandera y de narrativas inclusivas, pero en términos prácticos se espera que la violencia se reduzca y no sabemos hasta qué punto eso sí vaya a pasar.

Teniendo todo eso en mente, ¿considera que este cese al fuego es sostenible en el tiempo?

Yo sí creo que es sostenible porque es lo que más le conviene a ambas partes. Por un lado, al Gobierno le conviene mostrar resultados hacia el primer año de su mandato, y al ELN también le conviene porque se quita la presión del Estado de encima y puede dedicarse a otros menesteres como el tema de las finanzas o del reclutamiento o del posicionamiento en ciertas zonas. Entonces a ambos les conviene esto. Lo que no creo que sea sostenible en el tiempo es la reducción de la violencia. No creo que sea sostenible porque además no es lo mismo un cese de hostilidades que no incluye el cese de violencia contra la población civil. Lo que va a terminar pasando es que van a haber comunidades bajo el control total del ELN, como ya sucede en ciertas zonas.

¿A la larga no cree que haya una respuesta a eso por parte del Gobierno y que termine con el cese?

No creo que el Gobierno lo haga salvo que pase algo muy grave, y así pase, habrá que esperar las investigaciones y eso toma tiempo. Lo que sí creo es que el Gobierno está a tiempo replantearse su estrategia, pero no creo que lo haga.

¿Cuáles serían esos factores que puedan afectar la continuidad del cese?

Un escalamiento de la violencia entre grupos armados, como las AGC en Chocó, o con las Farc en Arauca; o un cambio sustancial de la relación con Venezuela, dependiendo de lo que se negocie entre Venezuela y Estados Unidos o entre Venezuela y Colombia; o un escenario de fragmentación interna del ELN donde las “disidencias” del ELN se manifestarán en contra de lo que está pasando en las negociaciones.

¿Cómo podrían las delegaciones prepararse para superar esas dificultades?

Yo creo que el Gobierno colombiano debería ser más asertivo y replantear su línea roja frente a la conversación con el ELN. Creo que no se debería renunciar, por ejemplo, a la inteligencia militar contra el ELN, porque esa inteligencia cuesta vidas. Además, espero que desde ya el Gobierno esté pensando en un plan B en caso de que esto fracase, o en cuáles son las eventuales disidencias del ELN, porque si eso no se está pensando, entonces no aprendimos nada de lo que pasó con las Farc.

¿Cuáles serían esos factores que de darse favorecerían a la continuidad del cese?

Un factor muy importante es la unidad ideológica que hay entre el Gobierno nacional y el ELN. En términos prácticos eso significa que políticamente debería ser fácil negociar. Gran parte de la agenda del ELN es la agenda del Gobierno. Ahora bien, el ELN ha venido atravesando por un proceso muy complejo de vinculación con economías ilícitas y se ha convertido en un grupo realmente muy sofisticado a la hora de involucrarse en el crimen organizado. El ELN debería tomar una decisión interna y eso podría llevar a que se favorezca a los sectores más políticos y moderados del ELN, como Pablo Beltrán y compañía, y podría afectar militarmente a otros sectores mucho más asociados a Antonio García y el Frente Domingo Laín.

Mencionas la afinidad de la agenda del ELN y del Gobierno, pero también el ELN habla de transformaciones muy grandes para hacer la paz, como cambios en el modelo económico y político. ¿Qué cambios se podrían dar para que funcione este proceso de paz?

Es que yo creo que el ELN no se quiere desmovilizar, entonces van a encontrar cualquier razón para no hacerlo, porque, valga decirlo, ya va un año de gobierno, y creo que para todas las personas sensatas es claro que este Gobierno no va a hacer los grandes cambios estructurales que requiere el país. Finalmente, es un gobierno como ellos mismos lo dicen, de transición, de traer las reformas sociales que, entre otras cosas, están congeladas legislativamente. Ante esto, el ELN quiere ser algo así como un agente que se sienta pero que no participa del juego, pero que cree que manda. Y hasta que todo no salga como ellos quieren entonces no van a bajar las armas. Y eso no va a pasar. Yo soy un optimista moderado del tema con el ELN. Creo que puede funcionar, que hay una oportunidad enorme, pero si se replantea el método de la negociación.

¿Cómo se debería replantear?

Yo creo que el Estado no debería renunciar al uso de la fuerza, porque en una guerra, la paz y la seguridad son dos caras de la misma moneda. Y para mi es evidente que la política de seguridad y la política de paz van por caminos distintos.

¿Dirías que el cese al fuego no debe ir, al menos por el momento?

O debe ir condicionadamente o debe ser temporal, como lo es, pero también acotado geográficamente. Yo haría un cese al fuego en zonas donde el ELN es poderoso, y donde es débil, lo golpearía o viceversa, pero no entregaría toda la torta de entrada, porque el Estado se queda sin margen de negociación. Es que el proceso está empezando y ya renunciamos a fumigar cultivos ilícitos, a la extradición y a los ataques militares, entonces, ¿qué más podríamos entregar en una negociación con el ELN? Es difícil y creo que el Gobierno se está quedando sin municiones en la negociación.

¿Y cuál crees que sea entonces el siguiente paso de esta negociación? ¿Qué es lo siguiente que se debe hacer si realmente en algún punto se quiere llegar a hacer la paz con el ELN?

Hay que establecer compromisos medibles y serios, y hay que hacerlo localmente. Yo me iría, por ejemplo, por un asunto de no más homicidios en Arauca, o detener la guerra con las Farc en Arauca, o de dejar de extorsionar en Catatumbo, o entregar los niños que tienen en el Chocó. Ese tipo de cosas me parece que son sencillas y medibles a corto plazo, lo que las hace ideales para medir la voluntad del ELN y para crear un espacio con el que el Gobierno pueda negociar.