La paz como aprendizaje: voces estudiantiles desde la VI Bienal Internacional de Educación y Cultura de Paz

Nov 6, 2025 | Artículos Periodísticos

En los campus Turbo y Tulenapa de la Universidad de Antioquia, la VI Bienal Internacional de Educación y Cultura de Paz reunió a estudiantes, docentes y comunidades bajo el lema “Territorios cuidando la vida”. Durante seis días, el encuentro propició espacios de diálogo, arte y reflexión que conectaron la formación académica con las experiencias de memoria, cuidado y reconciliación en Urabá.

Bienal de paz | Foto: Nodo de Paz Urabá.

Redacción Unidad Especial de Paz

Durante seis días, entre el 20 y el 25 de octubre de 2025, los campus Turbo y Tulenapa de la Universidad de Antioquia se convirtieron en punto de encuentro de saberes, memorias y prácticas de reconciliación. Bajo el lema “Territorios cuidando la vida”, la VI Bienal Internacional de Educación y Cultura de Paz reunió a estudiantes, docentes, líderes comunitarios y artistas que, desde distintas regiones de Colombia y otros países, compartieron experiencias sobre cómo la educación puede ser una fuerza viva para la paz.

Conversatorios internacionales, talleres, salidas comunitarias, actividades artísticas y espacios de diálogo marcaron una programación que invitó a pensar la paz no solo como un propósito político o social, sino como una experiencia cotidiana, encarnada en los cuerpos, los territorios y las relaciones humanas. Uno de los escenarios más significativos fue el promovido por nuestra Unidad Especial de Paz y el Nodo de Paz, liderando talleres como ¿A qué suena la paz? y Cuidado, memoria y justicia territorial, orientados a explorar el papel del arte, la comunicación y la educación en la reconstrucción del tejido social en Urabá.

Para reconocer esta experiencia, conversamos con cuatro estudiantes voluntarios del Nodo de Paz Úraba, el cual es coordinado y dinamizado por la profesora Diana Ramírez y el profesor Camilo Vargas, esto nos contaron.

Cristina Padilla, participante de los espacios Tejiendo Paz y ¿A qué suena la paz?, dice que la Bienal fue una experiencia transformadora: “Aprendí de otras personas, de sus historias y formas de trabajar por la paz desde la educación. Fortaleció mi compromiso con el trabajo comunitario, porque me siento feliz de hacer parte de un proyecto que nos enseña a crear espacios de diálogo, colaboración y reconciliación”.

Ese diálogo entre lo académico y lo comunitario fue también el eje del testimonio de Valentina Jaramillo Álvarez, estudiante de Ingeniería Sanitaria, quien destacó la posibilidad de aprender desde el territorio y con las comunidades: “Pude ampliar mis saberes sobre el territorio y sus dinámicas. En la salida a San José sembramos semillitas para seguir construyendo desde el arte y la comunidad. Algunos estudiantes de Bogotá incluso se comprometieron a volver y ayudar a renovar los murales con los habitantes. Esas acciones pequeñas hacen una diferencia”.

Las experiencias compartidas en la Bienal permitieron que muchos estudiantes se reconocieran como parte de una generación que entiende la paz no solo como la ausencia de conflicto, sino como un acto permanente de cuidado, memoria y dignidad. Así lo expresa Miller Moreno, participante del Nodo de Paz: “Este evento me enseñó que la comunicación no es solo informar, también es acompañar y sentir. La Bienal me hizo entender que mi carrera puede ser una herramienta para darle voz a las personas que históricamente han sido silenciadas. En Urabá, donde muchas veces se sembró el miedo, este evento nos invita a sembrar memoria, resistencia y amor por la vida”.

Esa idea de la paz como una práctica viva también aparece en la reflexión de Paula Andrea Yáñez León, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, quien encontró en el evento un espacio para fortalecer su formación y su comprensión del pasado: “El lema Territorios cuidando la vida’nos llevó a pensar en el cuidado de la memoria. A veces recordar duele, pero es necesario. Hablar de la violencia, escuchar las historias, llorar un poco y luego seguir adelante también es construir paz. Cuidar la memoria no es quedarnos atrás, sino mirar el futuro con conciencia”.

Desde sus voces, la Bienal se revela como un escenario de aprendizaje y sanación colectiva. Cada conversación, cada testimonio y cada actividad en los campus y las comunidades de Urabá dejó la sensación de que la educación para la paz es, ante todo, un ejercicio de escucha y reconocimiento mutuo. Escuchar al otro se vuelve un acto político; aprender con el territorio, una forma de dignificarlo.

Más allá de los talleres y las ponencias, la Bienal demostró que las universidades, al abrir sus puertas al diálogo intercultural y a la memoria del dolor, se convierten en territorios de cuidado, donde la formación académica y la construcción de paz caminan juntas. En palabras de uno de los estudiantes: “La paz no se enseña: se vive, se comparte, se construye en comunidad”.