La Paz Total en el año del dragón: lo esperado, lo posible y lo deseado

Ene 16, 2024 | Columnas de Opinión

«El 2024 es el año del dragón. será un año decisivo para que la Paz Total pueda llegar -en el mejor de los escenarios- a un punto de no retorno. A continuación, pasaré a exponer tres escenarios para la Paz Total en el año que recién comienza».

Fredy Chaverra Colorado

Politólogo, Mag. Ciencia Política. Asesor e investigador. Integra la plataforma nacional Defendamos la Paz (DLP).

fredy.chavera@udea.edu.co

El 2024 es el año del dragón y el gobierno se juega el todo por el todo en la consolidación de la política de Paz Total. No solo será el año de las grandes “ejecutorias” y de la “prueba de fuego” del paquete de reformas sociales en un Congreso sin mayorías propias, sino que, además, será un año decisivo para que la Paz Total pueda llegar -en el mejor de los escenarios- a un punto de no retorno, o cuando menos, ambientar su continuidad en el mediano plazo como el eje articulador del gran Acuerdo Nacional (que sigue siendo la principal figura retórica del presidente).

Resumiendo: la Paz Total, a partir de su variable dialógica, es una estrategia en dos frentes; en el primero, se integran las mesas de negociación política con las guerrillas del ELN, el EMC y eventualmente la Segunda Marquetalia; y en el segundo, se articulan los espacios de diálogo socio-jurídico de la Paz Urbana (Medellín, Buenaventura, Quibdó; entre otros) con los procesos -todavía ambiguos y sin norte claro- de sometimiento-negociación con las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (proceso activo, pero sin mayor avance), y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (proceso congelado).

A continuación, pasaré a exponer tres escenarios para la Paz Total en el año que recién comienza.

  1. Lo esperado: una estrategia clara, precisa y coordinada

La salida de Danilo Rueda de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz tuvo el doble efecto de oxigenar y despersonalizar el sentido práctico de la Paz Total. En efecto, esta política, por una acción coordinada de algunos medios de comunicación, se pasó a asociar de forma indisoluble con la compleja personalidad de Rueda.

Tras el nombramiento de Otty Patiño como Consejero comisionado -caracterizado por ser un hombre de consensos (legado de su rol en la constituyente de 1991) y sin un evidente afán de protagonismo- se espera que lo que más destaque en relación a la Paz Total sea una estrategia clara, precisa y coordinada.

Que se acabe aquella personalización innecesaria y los lesivos “cortocircuitos” entre los funcionarios responsables de sacar adelante una de las principales apuestas del gobierno.

  1. Lo posible: no solo con ceses al fuego se consolida la paz

En una reciente ceremonia de ascensos de Generales de las Fuerzas Militares y Policía el presidente Gustavo Petro afirmó que el único resultado de los diálogos de paz no puede ser solo el cese al fuego, ya que: “esto solo implica un parón en las acciones ofensivas entre el Estado y los grupos armados”.

Con esta afirmación -que se aleja de la perspectiva que el excomisionado Danilo Rueda le imprimió a los diálogos- el presidente empezó a plantear la necesidad de llegar a ejecutorias específicas que vayan más allá del cese al fuego; lo que implicará, para las delegaciones que vienen negociando con las guerrillas, meterle el acelerador a los acuerdos parciales de componentes sustantivos de las agendas.

Con el EMC ya dio un primer paso al prologar por seis meses el cese al fuego; sin embargo, la mayor complejidad que le asiste a este proceso se encuentra en trascender con prontitud de aquellas discusiones operativas relacionadas con los mecanismos de monitoreo y verificación, para llegar, antes del 15 de julio (cuando vence el cese al fuego), a la activación de las instancias regionales de participación, a la territorialización de la agenda, y a los primeros escenarios de implementación.

Si de aquí a seis meses este proceso no le presenta al país resultados y logros concretos, su continuidad penderá de un hilo.

Seguramente el cese al fuego con el ELN también será prologado, y si la Mesa no queda “entrampada” en discusiones operativas o en la permanente exigencia para que esa guerrilla respete el Derecho Internacional Humanitario, este proceso sí arrojará importantes resultados a lo largo del primer semestre del año; entre ellos: la presentación del Plan Nacional de Participación, la intervención en “zonas críticas” de alta conflictividad, y la discusión de otros puntos del Acuerdo de México como víctimas y justicia.

También se pondrá a prueba la validez del principio concomitante de: “Se acuerda y se implementa”.

  1. Lo deseado: Paz Total y agenda legislativa

El Congreso no puede seguir siendo un convidado de piedra al momento de ambientar las posibilidades políticas e institucionales de la Paz Total, ya que, cuando la fase de diálogos termine se convertirá en un actor determinante en sucesivas etapas de implementación. ¿Entonces, por qué no integrar desde ya a las fuerzas política con representación en el Congreso?

Esto pasa por construir una agenda legislativa que se dinamice a partir de dos perspectivas.

En la primera, se deben impulsar los proyectos de ley y reforma necesarios para institucionalizar las lógicas de los procesos; es decir, dotarlos de seguridad jurídica -en el caso particular de los espacios de diálogo socio- jurídico de la paz urbana-; eliminar restricciones de orden constitucional -como el artículo que se aprobó en el gobierno Duque para excluir el secuestro y el narcotráfico de los criterios de conexidad con el delito político-; y si es posible, ampliar el mandato orgánico y temporal de la Jurisdicción Especial para la Paz.

En la segunda, en sintonía con el principio de: “Se acuerda y se implementa”, se debe diseñar una agenda legislativa específica para los acuerdos parciales que lo requieran -tanto en el proceso con el ELN, el EMC y lo que resulte de los diálogos socio-jurídicos-, pues el Congreso puede y debe ser un garante institucional para el cumplimiento de los acuerdos, no solo en la fases sucesivas de implementación, sino con mayor énfasis desde la misma negociación.

No me cabe la menor duda de que la Paz Total se adentra en su año más decisivo, con muchas expectativas en relación a lo esperado, lo posible y lo deseado. Solo al concluir este año del dragón -según la mitología china- podremos saber que persiste en un gobierno que arrancará el 2025 con el sol en la espalda. Con lógicas prelectorales donde la paz pierde rentabilidad ante los operadores políticos y se instrumentaliza en campañas electorales de todo tipo. ¿Cómo llegará la Paz Total a ese escenario?

Esa ya es una pregunta para abordar cuando inicie el 2025: el año de la serpiente.

 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de ISEGORÍA al respecto.