Diálogo interuniversitario para los procesos restaurativos
“La restauración es multidisciplinar”, esta fue una de las conclusiones que dejó el tercer encuentro de la Mesa de articulación académica entre universidades de Antioquia y la JEP.
Foto: Boris Duarte, junto con con Camila Medina,ambos de la Subdirección de Fortalecimiento Instituncional lideraron el en encuentro en la Uniminuto. Créditos: cortesía de @uniminutobello.
Sergio Ramírez
Equipo de periodismo de Isegoría
El jueves 24 de octubre se realizó el tercer encuentro de la Mesa de articulación académica entre universidades de Antioquia y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) convocada por la Subdirección de Fortalecimiento Institucional de esta entidad, con el objetivo de socializar las experiencias, observatorios y unidades de paz de las universidades de Medellín y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Al encuentro se presentaron representantes de la Universidad de Antioquia (UdeA), la Universidad de Medellín, la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, la Universidad Autónoma Latinoamericana (UNAULA) y la Corporación Universitaria Minuto de Dios (UNIMINUTO), la cual hospedó la reunión en su sede del municipio de Bello.
“El objetivo de hoy es poder compartir todo este trabajo que ustedes han realizado, y sistematizar todo en clave del sistema restaurativo”, explicó Boris Duarte, de la Subdirección de Fortalecimiento Institucional. Esta es una dinámica que se ha dado en varios encuentros para recoger aprendizajes, conclusiones y reflexiones que puedan aplicarse en los procesos de la JEP y otras universidades.
En esta ocasión presidieron el encuentro la Unidad Especial de Paz de la UdeA y el Proyecto PaZes de la UNIMINUTO, dos proyectos que, al menos, desde el 2018 y el 2022 respectivamente, han acumulado experiencias que permitieron llegar a una serie de conclusiones personales y colectivas, entre las que Duarte destacó y resumió: “la restauración es multidisciplinaria”, en múltiples sentidos.
¿Qué experiencias y aprendizajes permitieron llegar a esa conclusión?
Catalizadora de redes
Esta fue la expresión utilizada por el antropólogo y profesor del Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia, Vladimir Montoya, para resumir el papel de la Unidad Especial de Paz en la construcción de paz en Antioquia. La afirmación surge a propósito de la sistematización de la experiencia de la UEP entre el 2019 y el 2024, que realizó el profesor Montoya junto con el profesor Juan Camilo Domínguez, también del INER.
“La unidad de paz constituye un activo de conocimiento, una estrategia de innovación social de la Universidad, pero a la vez construye una forma de catalizar redes en pro de la construcción de paz”, explicó Montoya con respecto a la principal conclusión de la sistematización.
Según señaló el antropólogo, en las más de 170 acciones desarrolladas por la UEP, 22 de las 26 unidades académicas de la Universidad de Antioquia estuvieron involucradas.
“Toda la Universidad, con toda la red de conocimientos, se vincularon, lo cual favorece el diálogo interdisciplinar, pero también fortalece las estrategias de diálogo” añadió el profesor.
Este relacionamiento se extendió más allá de la Universidad de Antioquia (entre sus propias unidades académicas y dependencias administrativas) y tuvo un alcance regional y nacional, e incluso internacional.
Según Álvaro Rodríguez, asesor de la Unidad Especial de Paz, un punto importante que permitió llegar a este grado de colaboración se debe a la caracterización precisamente especial de la Unidad.
Como resultado de experiencias anteriores dentro de la Universidad, se había identificado la necesidad de que, de existir una instancia que permitiera articular los distintos esfuerzos de construcción de paz que las unidades académicas desarrollaban, esa “no fuera una unidad académica ni una dependencia administrativa, sino que fungiera como una suerte de bisagra entre los distintos niveles de la arquitectura institucional”.
En otras palabras, “la unidad no fue pensada para competir” por los recursos, protagonismos ni el liderazgo de proyectos, indicó Rodríguez, sino para asistir en el direccionamiento de las capacidades ya existentes y potenciarlas, en torno a una lógica institucional de construcción de paz.
Esto posibilitó que distintas áreas de conocimiento estuvieran a la disposición de las comunidades, lo que se tradujo en más de 100 acciones directas de la UdeA en la construcción social de paz y transformación de los territorios victimizados por el conflicto, así como habitados por firmantes de paz.
Pero, este diálogo multidisciplinario va más allá de la propia academia, e involucra a las propias comunidades y al reconocimiento de sus capacidades.
Producir restauración con la gente
La iniciativa PaZes, de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, se dio a conocer públicamente por primera vez durante la realización del encuentro.
Sus inicios datan del 2022, a partir del trabajo con colectivos de víctimas en Sonsón, por lo que sus experiencias apenas estarían iniciando, como reconoció una de sus fundadoras, Diana Marcela Bedoya, psicóloga líder del Grupo de Investigación en Clínica Psicológica de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la UNIMINUTO.
Sin embargo, a lo largo de cerca de dos años de experiencia, compartió uno de los aprendizajes que Vladimir Montoya también identificó en su sistematización del trabajo de la Unidad Especial de Paz: “profundizar la apropiación social de los aprendizajes no implica solo transferir el conocimiento de la Universidad a las comunidades, sino producir con los otros y desde los territorios”.
Y es que, según explicó Bedoya, uno de los pilares de los cuales parte la iniciativa PaZes es “la falta del reconocimiento del impacto de los proyectos que se llevan a cabo por parte de las comunidades mismas”
Esto, según señaló la psicóloga, se perpetúa a partir de la intervención de la academia o el Estado sin reflexionar sobre los posibles conflictos y relaciones que podrían surgir de ella, y los efectos que estos actos podrían tener en las comunidades donde se interviene.
Bedoya indicó que el mayor ejemplo es buscar conocer las experiencias de esas comunidades sin considerar sus propios esfuerzos para entenderlas, lo que se traduce en utilizarlas para intereses propios sin dejarles valor o reconocimiento de esos esfuerzos, lo que daña en demasía la confianza de esas comunidades en actores externos.
“Nosotros pretendemos alejarnos de esas lógicas extractivistas y hemos visto que ha sido necesario configurar esos espacios de construcción con comunidades”, añadió la líder del Grupo de Investigación. “Eso ha sido resignificar la producción de conocimiento, que no se trata solo del avance en áreas académicas, sino fundamentalmente que sea un conocimiento que tenga efecto directo en las comunidades y que pueda ser construido de manera directa con las comunidades”.
Esto, también, fue de los aprendizajes que se recogieron desde la Unidad Especial de Paz, particularmente el reconocer las propias capacidades de las comunidades para entender sus circunstancias e identificar soluciones a sus problemas; lo que implicó “convertir las necesidades de las comunidades, en nuestros objetivos como universitarios”, como lo resumió Álvaro Rodríguez.
En cada una de estas experiencias, PaZes y la Unidad Especial de Paz, se reconocieron dificultades y desafíos, por ejemplo, los desafíos de construir una relación horizontal entre actores externos y miembros de la comunidad, y la vulnerabilidad de una instancias que, al no ser protagonistas y cuyo objetivo principal es la articulación, pueden tener limitaciones de recursos y capacidades.
Sin embargo, los aprendizajes y conclusiones hallados durante la jornada, como señaló Boris Duarte, de la Subdirección de Fortalecimiento Institucional, “permiten reflexionar acerca de los procesos de restauración a largo plazo y la sostenibilidad de las transformaciones que estos están en la capacidad de promover”.