Las negociaciones con el ELN: entre el desinterés y la falta de información

Dic 14, 2023 | Artículos Periodísticos

El cubrimiento periodístico al proceso de paz entre el gobierno y el ELN ha tenido enfoques que privilegian solo la noticia breve y que ofrecen pocos elementos para el análisis. Además, se enfrenta a la ausencia de una estrategia clara de comunicación desde la mesa de conversaciones.

Foto: Momentos claves del proceso de paz han coincidido con hechos críticos y mediáticos. Sin embargo, esto no explica del todo el desinterés de los medios. Créditos: Fiscalia General de la Nación, Presidencia de la República, Oficina del Alto Comisionado de Paz.

Sergio Ramírez Zuluaga

Equipo de periodismo de Isegoría

Incluso desde antes de que empezaran formalmente los diálogos, las negociaciones entre el ELN y el gobierno de Gustavo Petro han tenido un alto impacto en los medios de comunicación. La revista Cien Días vistos por Cinep señaló que entre los meses de marzo y diciembre de 2022, aproximadamente uno de cada diez artículos publicados en siete de los medios de comunicación más consumidos en el país se centró en la paz total. De esos, la mayoría se enfocó en los diálogos con el ELN.

Sin embargo, esa ingente cantidad de información no necesariamente representa una mayor compresión del proceso. ¿Podría ser más bien un motivo de distorsión ante la opinión pública? ¿Qué responsabilidad recae sobre la misma mesa de conversaciones?

Mediante el uso de la herramientas Google Alerts, la cual permanentemente rastrea contenidos periodístico, recopilando titulares, entradillas y metadatos con base en una serie de términos y frases proporcionadas por el usuario, Isegoría halló que solo entre agosto y mediados de noviembre de 2023, es decir, en tres meses y medio, se publicaron solo en El Espectador, El Tiempo y El Colombiano 369 artículos centrados en los diálogos y el proceso de paz con el ELN.

Esa cifras representan en promedio cuatro contenidos diarios y tuvieron su mayor pico en los meses de agosto y noviembre. Esto podría reflejar un interés en el inicio del Cese al Fuego Bilateral Nacional y Temporal y en la instalación del Comité Nacional de Participación, dos hechos que se dieron en agosto; y posteriormente, también podría señalar un creciente cubrimiento alrededor de los encuentros y preencuentros nacionales, que empezaron incipientemente en octubre y se mantuvieron constantes en noviembre.

Sin embargo, esto dista de ser el caso. En realidad, en agosto y noviembre dos eventos coparon el interés mediático alrededor de las negociaciones con el ELN, y que permiten vislumbrar cómo han cubierto los medios estos diálogos de paz: la amenaza que el Fiscal Francisco Barbosa denunció, según la cual el ELN planeaba atentar contra su vida, a escasos días del inicio del cese al fuego, y el secuestro de Luis Manuel Díaz, evento que dio inicio a una crisis que todavía no se ha resuelto.

 

Artículos publicados en relación con las negociaciones con el ELN entre el 1° de agosto – 15 de noviembre, según la información recopilada por Google Alerts

 

Paloma Bayona, politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana e investigadora del CINEP, afirma que los medios “han sido muy selectivos con lo que deciden reportar o no del proceso de negociación. Es un error decir que no han dicho nada, porque precisamente están reportando mucho, pero de manera muy estratégica”.

Por su parte, Gloria Castrillón, periodista con trayectoria en conflicto armado, memoria y construcción de paz, y exdirectora de la sección Colombia +20 de El Espectador, dice que “los medios de comunicación han tomado este proceso con mucho escepticismo y cierto hartazgo”.

Agrega que “no hay interés en comunicar, por ejemplo, los encuentros con la sociedad civil que se vienen desarrollando en varias ciudades. El cubrimiento de estos eventos es mínimo, casi inexistente en la llamada ‘prensa tradicional’. La mayoría de los medios y periodistas se concentran en los hechos de guerra (que son gravísimos y deben cubrirse) y muy poco en los avances de la negociación”.

Una muestra de esto es justamente el cubrimiento relacionado con el Comité Nacional de Participación (CNP). Con la instalación de ese organismo comenzó una nueva fase del proceso con los encuentros y preencuentros nacionales para el diseño de la participación, sobre los cuales se comenzaron a producir comunicados y contenidos. Según explica la Secretaría Técnica de ese Comité, aumentó la cantidad de información que desde el proceso se le estaba entregando al público.  Eso, sin embargo, parece insuficiente para la relevancia de los espacios.

La instalación del CNP el 4 de agosto ocurrió en un evento con cientos de asistentes y fue televisada por RTCV. De acuerdo con Bayona, este espacio dio la oportunidad de que escucharán voces de distintos espectros, a veces ignoradas, que permitían entender el trabajo del CNP, su alcance e importancia.

Sin embargo, para la investigadora poco se dijo en los medios de las 30 organizaciones de la sociedad civil que participaron en el evento y de sus implicaciones históricas: “Fue muy difícil encontrar artículos de opinión, vídeos o recapitulaciones de noticias. Esa información quedó muy truncada. Fue una decisión que se hizo en los medios de comunicación tradicionales porque había un hecho mucho más jugoso”.

Y es que el proceso compite con el resto de la agenda informativa. Por ejemplo, ese evento coincidió con el escándalo por la detención de Nicolas Petro y los señalamientos por la supuesta entrada irregular de dineros a la campaña presidencial de su padre. No obstante, hay otro asunto mucho más relacionado con la negociación que permite poner otros datos sobre la mesa.

Solo en agosto se publicaron más de 140 artículos en El Espectador, El Tiempo y El Colombiano que involucraban al ELN, pero cerca de la mitad se concentraron en las reacciones a un mismo evento: los supuestos planes de esa guerrilla para atentar contra el fiscal general Francisco Barbosa y otros personajes públicos como el excomandante del Ejército, general (r) Eduardo Zapateiro y la senadora María Fernanda Cabal. Esta denuncia la hizo pública el propio fiscal el 8 de agosto.

Mientras esto pasaba hubo un cubrimiento mínimo sobre otras situaciones relacionadas con el proceso: “Cuando se dieron a conocer los protocolos de cese al fuego —explica Gloria Castrillón— hubo una mínima comunicación sobre esos documentos que son tan importantes para la vida cotidiana en los territorios. Tampoco se analizó en profundidad la crisis humanitaria en algunas regiones del país. No hay suficientes análisis que complejicen la situación”.

Esto volvió a ocurrir en noviembre con el secuestro de Luis Manuel Díaz, padre del futbolista Luis Díaz.

En tan solo los primeros 15 días del mes se publicaron más de 155 artículos según lo rastreado por Google Alerts, los cuales, bajo una inspección más minuciosa, revelan que incluso más que noticias al respecto de ese secuestro, hubo una mayor prevalencia de pronunciamientos alrededor de estos hechos.

En general, y de acuerdo con lo encontrado por Isegoría, por cada análisis realizado que intenta problematizar y plantear preguntas respecto del proceso, otros tres artículos noticiosos le han dado protagonismo a reacciones sobre el proceso en un formato breve que a veces se ha limitado a difundir opiniones.

De acuerdo con Paloma Bayona, esto da pistas sobre otro problema que viene de tiempo atrás en los medios de comunicación, pero que está teniendo un impacto relevante en la cobertura de este proceso: “El problema no solo es el reportaje de los hechos puntuales sino la plataforma de difusión que dan para los análisis especulativos que contribuyen a distorsionar las negociaciones ante la opinión pública”.

El dilema de comunicar avances en procesos de Paz

De acuerdo con Javier Alexander Macías, periodista y editor de la sección Actualidad de El Colombiano, especialista en DD.HH. y DIH, y anteriormente editor del área de Paz y Derechos Humanos de ese mismo medio, los Gobiernos tienden a buscar un equilibrio al gestionar la información que se le puede entregar a la sociedad y a los medios de comunicación, y la que debe manejarse con cautela.

En otras palabras, se trata de un equilibrio entre informar a la opinión pública sobre los avances del diálogo y blindar los puntos más sensibles del proceso: “Cuando la información llega a la opinión pública”, explica el periodista, “los medios comienzan a replicarlos y con la misma velocidad se comienza a hacer críticas y cuestionamientos. No está mal que se hagan esos cuestionamientos, pero esos cuestionamientos pueden obligar a cambiar lo planeado o planificado para no perder legitimidad”.

Según explica Macías, esta estrategia de reducir la información para evitar cuestionamientos que desvíen la atención de lo que los negociadores consideran realmente importante fue implementada por el Gobierno de Juan Manuel Santos durante las negociaciones con las extintas Farc. En esas mismas negociaciones los avances del proceso solo se comunicaron cuando ya había unos acuerdos concretos y sólidos.

Esta estrategia se estaría implementando en las actuales negociaciones entre el actual Gobierno y el ELN, explica el periodista, lo cual en sí mismo no resulta algo especial, considerando los motivos por los cuales esta forma de comunicar se considera necesaria.

Sin embargo, las negociaciones con ELN también parecen vivir una paradoja: la de querer blindar el proceso a la par que se comunican sus avances. En otras palabras, anunciar o mostrar avances o novedades en el proceso, pero a su vez no entregar suficiente información para evitar que surjan interpretaciones problemáticas. Esa ambivalencia se ve reflejada en las partes que se sientan en la mesa.

Por parte de la Delegación del ELN, la información que comparten es mínima, como señala Gloria Castrillón, ya que “el ELN tiene una estructura de mando más federal y descentralizada. Esto también influye en la manera como se comunican. La vocería solo la tienen dos hombres. El jefe de la delegación Pablo Beltrán y el jefe de la organización, Antonio García, quienes atienden pocas entrevistas”. Del resto de la delegación, pocos son conocidos por los medios, “incluso hay varios de los que no sabemos casi nada y ellos prefieren mantenerse así, por eso no dan la cara y no acceden a entrevistas”, agrega la periodista.

Pero por parte del Gobierno, a veces deseoso de demostrar progresos, hay una clara intención de comunicar el proceso, pero esas comunicaciones se han caracterizado por ser prematuras, dispersas y sin una estrategia clara de articulación con la prensa. A esto se le debe agregar los roces entre este Gobierno y algunos medios: “Una animadversión mutua que genera muchas prevenciones y al final se sigue abriendo la grieta entre lo que suelen llamar ‘la gran prensa’ y el gobierno”, comenta Castrillón.

Y la forma en que se han comunicado las labores del CNP es heredera de esa ambivalencia. Desde el Comité Nacional de Participación hay una clara intención de hacer difusión de los encuentros, pero entre esa intención y la información que se entrega a los medios que pueda resultar valiosa, hay un largo camino.

La Secretaría Técnica le explicó a Isegoría que, al ser una serie de encuentros solo abiertos a determinadas organizaciones, se hace difusión en esa “misma medida”, suministrando fotos, comunicados, material audiovisual a medios para “facilitar” la realización de artículos, y esperando que en los próximos años se haga una mayor difusión del proceso de participación. Sin embargo, las expectativas alrededor del Comité no parecen suficientemente fuertes para atraer la atención de los medios.

Al final, lo que termina pasando es obvio, según comenta Macías: si los medios se acercan pretendiendo hacer más preguntas acerca de este proceso de participación, la respuesta suele ser la misma “‘este es un tema secreto que tenemos que mantener así porque apenas vamos a discutirlo’ o ‘apenas se está diseñando el plan que se va a implementar en febrero de 2024’. Entonces, ¿qué dice el periódico? Aquí no hay noticia, aquí no hay novedad, esto es un proceso que apenas está arrancando y se dejan pasar estas cosas porque no tenemos insumos lo suficientemente dicientes que despierten el interés, que permitan hacer preguntas”, dice el periodista.

Así, mientras avanza silenciosamente una negociación histórica, los medios de comunicación ignoran o no pueden acceder a la información sobre algunos avances, pues suele ser más noticia lo que significa vivir en un país en guerra.